jueves, 19 de octubre de 2017

 
¡Mantengamos saludable nuestro Sistema Inmunológico!

El Sistema Inmunológico constituye la defensa natural de nuestro cuerpo contra infecciones, virus y otros organismos externos. Es decir, por medio de un proceso inmunológico el cuerpo humano detecta, combate y elimina organismos infecciosos invasores con antelación a que puedan hacer daño a nuestro organismo. Dicho en palabras sencillas, nuestro Sistema Inmunológico es un ejército aliado para la defensa y salud de nuestro fuerte militar (nuestro cuerpo). Este ejército cuando funciona bien, es disciplinado, se mantiene alerta las 24 horas y los 365 días del año para protegernos, detectar, combatir y destruir agentes o soldados invasores que quieran e intenten penetrar y hacer daño a nuestro fuerte.
Existen diversos tipos de agentes invasores o soldados enemigos; en nuestro ejemplo, los antígenos pueden ser cualquier cuerpo ajeno a nuestro organismo, virus, bacterias o cualquier otro que sea infeccioso y que ponga en amenaza o riesgo nuestra salud. La primera línea de defensa del cuerpo son los soldados macrófagos (células macrófagos), ellos realizan sus labores de vigilancia por el torrente sanguíneo y en los tejidos del cuerpo. Al detectar que estos agentes invasores han penetrado nuestro fuerte (cuerpo humano), ya sea por un virus a través de la nariz o un cortada por hierro oxidado en el brazo o cualquier otro evento que afecte nuestro organismo; los soldados macrófagos inmediatamente lo detectan y lo capturan dentro de la célula, logrando a través de la utilización de sus enzimas destruir en pedacitos al invasor en la mayoría de los casos. Pero ocurre como en todo ejército, que a veces para destruir a este enemigo, se requerirá de la presencia de las fuerzas especiales (linfocitos de la clase T y los de clase B), quienes actúan en la producción de anticuerpos, que se liberan en nuestro torrente sanguíneo para detectar y unir más antígenos, de manera de que estos no se puedan multiplicar y enfermarnos. Finalmente, nuestros soldados de limpieza (células fagocito) se encargan de remover el agente enemigo del cuerpo.
La ciencia moderna y sus avances nos enseñan que el estrés diario, la alimentación inadecuada, el descanso insuficiente, variación brusca de la temperatura, desnutrición, altos y bajos emocionales, padecer ansiedad, depresión, angustia, pueden ser el caldo de cultivo para que nuestras defensas disminuyan y seamos vulnerable ante un ataque de un agente u organismo externo.
Una dieta adecuada, ricas en frutas, vegetales verdes, verduras y con la ingesta de grasas buenas puede ser suficiente para mantener en condición óptima nuestro organismo. Otro de los riesgos para nuestro Sistema  Inmunológico, es la obesidad, pues como se sabe esta condición presenta un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares que pueden alterar el  buen funcionamiento de nuestro Sistema Inmunitario. Por tanto, si reducimos la ingesta de grasas malas, la actividad inmunológica mejora sustancialmente. Dentro de las recomendaciones para la ingesta de grasas buenas, vale destacar: el consumo de pescado azul, frutos secos, aceite de oliva, girasol, soja o aceite de linaza, las cuales darán un aporte equilibrado de grasas a nuestro organismo. En algunos casos, el consumo de productos lácteos fermentados como el yogurt, aumenta las defensas y previene las intoxicaciones alimentarias. Ahora bien, si nuestro Sistema Inmunológico se encuentra equilibrado para mantenerlo de esa manera, se hace necesario el ingesta constante de vitaminas y minerales que requiere nuestro organismo, como por ejemplo: La vitamina C, que aumenta el interferón sustancia que impide o evita el contagio de una alta gama de virus. También, es importante para la formación de colágeno, que es un elemento esencial de las membranas de las células, contribuyendo así, con el mantenimiento de las barreras naturales contra las infecciones. La vitamina E, de acuerdo a diversos estudios demuestran que la ingesta de esta vitamina aumenta la respuesta inmunológica (dosis recomendada 200 mg al día). Esta vitamina la podemos encontrar en el aceite de germen de trigo, aceite de soja, germen de cereales, cereales en grano entero como el `pan, arroz y pastas alimenticias integrales, aceite de oliva, frutos secos y vegetales de hoja verde. La vitamina A, esta es clave para la integridad de la superficie de las mucosas (es una de las barreras contra las infecciones).  Esta la podemos encontrar en el hígado, el huevo, la nata y en los beta carotenos que el organismo los transforma en vitamina A cuando se requiere; es el caso, de las verduras de color verde, rojo, anaranjado, amarillo claro; o en frutas como, el melocotón, las cerezas, el melón y el albaricoque. Los estudios también reflejan que un déficit de vitaminas del grupo B (B9, tiamina o B1, riboflavina o B2, ácido pantoténico o B5, biotina o B8, cianobalamina o B12) y ácido fólico pueden: suprimir la respuesta de algunos linfocitos, que actúan sobre la producción de anticuerpos; la deficiencia de B1, B2, B5, B8 y B12, puede influir en la producción de anticuerpos del organismo. Cabe hacernos la pregunta: ¿En qué alimentos podemos encontrar estas vitaminas y minerales? La podemos encontrar en las verduras, frutas, frutos secos, cereales, legumbres, carnes blancas, vísceras, pescado, mariscos, huevos y en los productos lácteos entre otros. Por su parte el ácido fólico está presente, en verduras de hojas verdes, legumbres verdes, frutas, principalmente. La vitamina B12 abunda en el hígado y en el marisco, pero también está presente las carnes, pescado, huevos y productos lácteos. Por otra parte, un déficit de hierro, selenio y zinc; así como, la ingesta de tabaco y alcohol, pueden afectar directamente el funcionamiento y fortaleza de nuestro Sistema Inmunológico. En definitiva, debemos implementar una buena estrategia para comer saludablemente, pensar positivamente la mayor cantidad de tiempo posible, hacer ejercicio a menudo y desarrollar un estilo de vida que favorezca nuestra salud.

Autor: Dr. José Manuel Rizzo.


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