¡Navidad!
Época
propicia para la reconciliación.
La Navidad ha sido considerada desde
tiempos pasados, como una época para la reconciliación, el perdón, el Amor y
para expresar lo mejor de nuestros deseos hacia los demás. Es la época en donde
las religiones expresan que el Amor de Dios renace, y que junto con el podemos
renacer también. Pero lo cierto es mis queridas y queridos lectores, que para
dar y expresar Amor Incondicional, primero hay que sentirlo y vivirlo en uno
mismo. Siempre he afirmado, que a la primera persona que tenemos que perdonar
por sus desaciertos, es a nosotros mismos, para luego ocuparnos de conflictos,
malos entendidos o guerras emocionales con otras personas. Cuando se habla de
perdonar, en muchos casos se piensa en poner la otra mejilla, que es una
enseñanza religiosa; pero en este artículo, el perdón lo concibo en forma
diversa. Las razones son muy sencillas, el poner la otra mejilla muchas veces
es una postura irreal, insegura y en algunos casos hasta riesgosa, voy a
explicarme con algunos ejemplos prácticos: Imagínense por un instante, que se
le tenga que pedir a una mujer abusada o golpeada, que ponga la otra mejilla
ante su agresor, cuando lo que hay que hacer es protegerla, hacer Justicia y
colocar a este ser humano agresor bajo los castigos de la leyes. Otro caso
puede resultar, aquellas personas que sistemáticamente, hayan sido humilladas, despreciadas,
rechazadas, sometidas emocionalmente a heridas sistemáticas desde el punto de
vista emocional, por razones de resentimiento, odio, discriminación por raza,
credo, religión o simplemente por su forma de pensar; poner la otra mejilla, doblegando
principios y valores, creo, siento y pienso que tampoco es una opción ni válida
ni real. Desde el punto de vista emocional, para perdonar no hay que poner la
otra mejilla, ni estar con la persona que te ha agredido, ni tener contacto con
ella para probar que se ha perdonado, esto es una falsa concepción del perdón.
El perdón, comienza por sacar de nuestro sistema todo sentimiento negativo, de
odio, rencor, resentimiento, tristeza, rechazo, indiferencia y rabia, que
podamos sentir hacia otra persona vinculado con eventos que nos ocurrieron o están
ocurriendo en nuestra vida. Una vez hecho esto, muchas veces es sano poner
distancia con la persona que nos ha agredido o hecho daño, para en un espacio
de tiempo relativo se curen las heridas emocionales y mentales que se pudieron
haber causado. El tiempo siempre es el
mejor consejero, y nos dirá si existe posibilidad o no de volver a interactuar
con esa o esas personas con las cuales este aprendizaje ocurrió. Al final, la reconciliación
con nosotros mismos y con los demás siempre es una buena opción, pues mejora
nuestro estado de ánimo y nos proporciona mejores condiciones para vivir una
vida de bienestar.
Por el Dr. José
Manuel Rizzo.